En un lugar muy lejano vivía una hermosa princesa que se llamaba Blancanieves. Vivía en un castillo con su madrastra, una mujer muy mala y vanidosa, que lo único que quería era ser la mujer más hermosa del reino. Todos los días preguntaba a su espejo mágico quién era la más bella del reino, al que el espejo contestaba:
- Tú eres la más hermosa de todas las mujeres, reina mía. El tiempo fue pasando hasta que un día el espejo mágico contestó que la más bella del reino era Blancanieves. La reina, llena de furia y de rabia, ordenó a un cazador que llevase a Blancanieves al bosque y que la matara. Y como prueba traería su corazón en un cofre. El cazador llevó a Blancanieves al bosque pero cuando allí llegaron él sintió lástima de la joven y le aconsejó que se marchara para muy lejos del castillo, llevando en el cofre el corazón de un jabalí.
Blancanieves, al verse sola, sintió mucho miedo porque tuvo que pasar la noche andando por la oscuridad del bosque. Al amanecer, descubrió una preciosa casita. Entró sin pensarlo dos veces. Los muebles y objetos de la casita eran pequeñísimos. Había siete platitos en la mesa, siete vasitos, y siete camitas en la alcoba, dónde Blancanieves, después de juntarlas, se acostó quedando profundamente dormida durante todo el día.
Al atardecer, llegaron los dueños de la casa. Eran siete enanitos que trabajaban en unas minas. Se quedaron admirados al descubrir a Blancanieves. Ella les contó toda su triste historia y los enanitos la abrazaron y suplicaron a la niña que se quedase con ellos. Blancanieves aceptó y se quedó a vivir con ellos. Eran felices.
Mientras tanto, en el castillo, la reina se puso otra vez muy furiosa al descubrir, a través de su espejo mágico, que Blancanieves todavía vivía y que aún era la más bella del reino. Furiosa y vengativa, la cruel madrastra se disfrazó de una inocente viejecita y partió hacia la casita del bosque.
Allí, cuando Blancanieves estaba sola, la malvada se acercó y haciéndose pasar por buena ofreció a la niña una manzana envenenada. Cuando Blancanieves dio el primer bocado, cayó desmayada, para felicidad de la reina mala. Por la tarde, cuando los enanitos volvieron del trabajo, encontraron a Blancanieves tendida en el suelo, pálida y quieta, y creyeron que estaba muerta.
Tristes, los enanitos construyeron una urna de cristal para que todos los animalitos del bosque pudiesen despedirse de Blancanieves. Unos días después, apareció por allí un príncipe a lomos de un caballo. Y nada más contemplar a Blancanieves, quedó prendado de ella.
Al despedirse besándola en la mejilla, Blancanieves volvió a la vida, pues el beso de amor que le había dado el príncipe rompió el hechizo de la malvada reina. Blancanieves se casó con el príncipe y expulsaron a la cruel reina del palacio, y desde entonces todos pudieron vivir felices.
FIN
Los tres cerditos y el lobo feroz.
Junto a sus papás, tres cerditos habían crecido alegremente en una cabaña del bosque. Y cómo ya eran mayores, sus papás decidieron que era hora de que hicieran, cada uno, su propia casa.
Los tres cerditos se despidieron de sus papás, y fueron a ver cómo era el mundo. El primer cerdito, el perezoso de la familia, decidió hacer una casa de paja. En un minuto la choza estaba hecha. Y entonces se echó a dormir.
El segundo cerdito, un glotón, prefirió hacer una cabaña de madera. No tardó mucho en construirla. Y luego se echó a comer manzanas.
El tercer cerdito, muy trabajador, optó por construirse una casa de ladrillos y cemento. Tardaría mas en construirla pero se sentiría mas protegido.
Después de un día de mucho trabajo, la casa quedó preciosa. Pero ya se empezaba a oír los aullidos del lobo en el bosque. No tardó mucho para que el lobo se acercara a las casas de los tres cerditos.
Hambriento, el lobo se dirigió a la primera casa y dijo:
- ¡Ábreme la puerta! ¡Ábreme la puerta o soplaré y tu casa tiraré!.
Cómo el cerdito no la abrió, el lobo sopló con fuerza, y derrumbó la casa de paja. El cerdito, temblando de miedo, salió corriendo y entró en la casa de madera de su hermano. El lobo le siguió. Y delante de la segunda casa, llamó a la puerta, y dijo:
- ¡Ábreme la puerta! ¡Ábreme la puerta o soplaré y tu casa tiraré!
Pero el segundo cerdito no la abrió y el lobo sopló y sopló, y la cabaña se fue por los aires. Asustados, los dos cerditos corrieron y entraron en la casa de ladrillos de su hermano. Pero, como el lobo estaba decidido a comérselos, llamó a la puerta y gritó:
- ¡Ábreme la puerta!¡Ábreme la puerta o soplaré y tu casa tiraré!
Y el cerdito trabajador le dijo:
- ¡Sopla lo que quieras, pero no la abriré! Entonces el lobo sopló y sopló. Sopló con todas sus fuerzas, pero la casa no se movió.
La casa era muy fuerte y resistente. El lobo se quedó casi sin aire. Pero aunque el lobo estaba muy cansado, no desistía. Trajo una escalera, subió al tejado de la casa y se deslizó por el pasaje de la chimenea.
Estaba empeñado en entrar en la casa y comer a los tres cerditos como fuera. Pero lo que él no sabía es que los cerditos pusieron al final de la chimenea, un caldero con agua hirviendo.
Y el lobo, al caerse por la chimenea acabó quemándose con el agua caliente. Dio un enorme grito y salió corriendo para nunca mas volver.
Y así, los cerditos pudieron vivir tranquilamente. Y tanto el perezoso como el glotón aprendieron que solo con el trabajo se consigue las cosas.
FIN
El patito feo.En una hermosa mañana de verano, los huevos que habían empollado la mamá Pata empezaban a romperse, uno a uno. Los patitos fueron saliendo poquito a poco, llenando de felicidad a los papás y a sus amigos. Estaban tan contentos que casi no se dieron cuenta de que un huevo, el más grande de todos, aún permanecía intacto.
Todos, incluso los patitos recién nacidos, concentraron su atención en el huevo, a ver cuando se rompería. Al cabo de algunos minutos, el huevo empezó a moverse, y luego se pudo ver el pico, luego el cuerpo, y las patas del sonriente pato. Era el más grande, y para sorpresa de todos, muy distinto de los demás. Y como era diferente, todos empezaron a llamarle el Patito Feo.
La mamá Pata, avergonzada por haber tenido un patito tan feo, le apartó con el ala mientras daba atención a los otros patitos. El patito feo empezó a darse cuenta de que allí no le querían. Y a medida que crecía, se quedaba aún mas feo, y tenía que soportar las burlas de todos. Entonces, en la mañana siguiente, muy temprano, el patito decidió irse de la granja.
Triste y solo, el patito siguió un camino por el bosque hasta llegar a otra granja. Allí, una vieja granjera le recogió, le dio decomer y beber, y el patito creyó que había encontrado a alguien que le quería. Pero, al cabo de algunos días, él se dio cuenta de que la vieja era mala y sólo quería engordarle para transformarlo en un segundo plato. El patito salió corriendo como pudo de allí.
El invierno había llegado, y con él, el frío, el hambre y la persecución de los cazadores para el patito feo. Lo pasó muy mal. Pero sobrevivió hasta la llegada de la primavera. Los días pasaron a ser más calurosos y llenos de colores. Y el patito empezó a animarse otra vez. Un día, al pasar por un estanque, vio las aves más hermosas que jamás había visto. Eran elegantes, delicadas, y se movían como verdaderas bailarinas, por el agua. El patito, aún acomplejado por la figura y la torpeza que tenía, se acercó a una de ellas y le preguntó si podía bañarse también en el estanque.
Y uno de los cisnes le contestó:
- Pues, ¡claro que sí! Eres uno de los nuestros.
Y le dijo el patito:
- ¿Cómo que soy uno de los vuestros?
Yo soy feo y torpe, todo lo contrario de vosotros.
Y ellos le dijeron:
- Entonces, mira tu reflejo en el agua del estanque y verás cómo no te engañamos.
Y le dijo el patito:
- ¿Cómo que soy uno de los vuestros?
Yo soy feo y torpe, todo lo contrario de vosotros.
Y ellos le dijeron:
- Entonces, mira tu reflejo en el agua del estanque y verás cómo no te engañamos.
El patito se miró y lo que vio le dejó sin habla. ¡Había crecido y se transformado en un precioso cisne! Y en este momento, él supo que jamás había sido feo. Él no era un pato sino un cisne. Y así, el nuevo cisne se unió a los demás y vivió feliz para siempre.
FIN
Pinocho
Pinocho
En una vieja carpintería, Geppetto, un señor amable y simpático, terminaba un día más de trabajo dando los últimos retoques de pintura a un muñeco de madera que había construido.
Al mirarlo, pensó: ¡qué bonito me ha quedado! Y como el muñeco había sido hecho de madera de pino, Geppetto decidió llamarlo Pinocho. Aquella noche, Geppeto se fue a dormir deseando que su muñeco fuese un niño de verdad.
Siempre había deseado tener un hijo. Y al encontrarse profundamente dormido, llegó un hada buena y viendo a Pinocho tan bonito, quiso premiar al buen carpintero, dando, con su varita mágica, vida al muñeco.
Al día siguiente, cuando se despertó, Geppetto no daba crédito a sus ojos. Pinocho se movía, caminaba, se reía y hablaba como un niño de verdad, para alegría del viejo carpintero.
Feliz y muy satisfecho, Geppeto mandó a Pinocho a la escuela. Quería que fuese un niño muy listo y que aprendiera muchas cosas. Le acompañó su amigo Pepito Grillo, el consejero que le había dado el hada buena.
Pero, en el camino del colegio, Pinocho se hizo amigo de dos niños muy malos, siguiendo sus travesuras, e ignorando los consejos del grillito. En lugar de ir a la escuela, Pinocho decidió seguir a sus nuevos amigos, buscando aventuras no muy buenas.
Al ver esta situación, el hada buena le puso un hechizo. Por no ir a la escuela, le puso dos orejas de burro, y por portarse mal, cada vez que decía una mentira, le crecía la nariz poniéndosele colorada.
Pinocho acabó reconociendo que no estaba siendo bueno, y arrepentido decidió buscar a Geppetto. Supo entonces que Geppeto, al salir en su busca por el mar, había sido tragado por una enorme ballena. Pinocho, con la ayuda del grillito, se fue a la mar para rescatar al pobre viejecito.
Cuando Pinocho estuvo frente a la ballena le pidió que le devolviese a su papá, pero la ballena abrió muy grande su boca y se lo tragó también a él. Dentro de la tripa de la ballena, Geppetto y Pinocho se reencontraron. Y se pusieran a pensar cómo salir de allí.
Y gracias a Pepito Grillo encontraron una salida. Hicieron una fogata. El fuego hizo estornudar a la enorme ballena, y la balsa salió volando con sus tres tripulantes.
Todos se encontraban salvados. Pinocho volvió a casa y al colegio, y a partir de ese día siempre se ha comportado bien. Y en recompensa de su bondad el hada buena lo convirtió en un niño de carne y hueso, y fueron muy felices por muchos y muchos años.
FIN
Hansel y Gretel.
Hansel y Gretel.
En un lugar muy lejano vivió un leñador con su esposa y sus dos hijos que se llamaban Hansel y Gretel. Se trataba de una familia muy pobre que apenas ganaba dinero para comer. Llegó un día en el que no tenían nada, ni tan siquiera para comprar algo de comida ni harina para hacer pan. El matrimonio se empezó a preocupar porque pensaba que sus hijos iban a morir de hambre.
La madre pensó que sólo existía un remedio que era dejarlos en el bosque cerca del palacio del rey para que alguna persona los recogiera y cuidara. Hansel y Gretel no podían dormir escuchando toda la conversación. La niña empezó a llorar, pero su hermano le dijo que encontraría una forma de volver a casa, ya que preferían vivir pasando hambre con sus padres que vivir con desconocidos.
Al día siguiente la madre los despertó para ir a buscar fruta y huevos, y Hansel se echó al zurrón un trozo de pan duro. Por el camino fue soltando migas de pan. Al llegar cerca del palacio los padres dijeron a los pequeños que descansaran y que ellos iban a buscar algo para comer.
Los niños se quedaron durmiendo, pero al despertar fueron a buscar el camino de migas de pan para regresar a su casa. Por más que buscaban no lo encontraban, ya que los pájaros se lo habían comido. Estuvieron andando mucho tiempo hasta que encontraron una casa hecha de galletas y caramelos. Era tal el hambre que tenían que se acercaron a ella, pero de repente apareció una anciana que los invitó a pasar y les ofreció comida. Seguidamente les preparó la cama para que durmiesen.
En realidad la viejecita era una bruja que lo que quería era hacerlos trabajar. La niña tenía que cocinar y hacer la limpieza, pero a Hansel lo querían para comérselo, por lo que lo metió en una jaula y comenzó a darle de comer.
El chico fue comiendo y engordando, pero como la bruja estaba casi ciega, cuando le pedía que sacarse un dedo para ver si había engordado, Hansel sacaba un hueso de pollo. Tanto tiempo había pasado que la bruja al final se aburrió y decidió comérselo. Pidió a Gretel que encendiese el horno para cocinar al niño, pero la pequeña le dijo que ella no sabía hacer un fuego.
Fue entonces cuando la bruja se acercó al horno y la niña aprovechó para empujarle a su interior, con lo que ambos niños pudieron quedar libres.
Antes de volver a su casa encontraron un montón de oro y piedras preciosas que recogieron para poder dar a sus padres. En su regreso de repente encontraron a su padre cortando leña y le mostraron todo lo que habían conseguido, por lo que volvieron a casa y vivieron felices todos juntos.
FIN
Rapunzel
El soldadito de plomo.
Había una vez una pareja que hacía mucho tiempo deseaba tener un bebé. Un día, la mujer sintió que su deseo ¡por fin! se iba a realizar. Su casa tenía una pequeña ventana en la parte de atrás, desde donde se podía ver un jardín lleno de flores hermosas y de toda clase de plantas.
Estaba rodeado por una muralla alta y nadie se atrevía a entrar porque allí vivía una bruja. Un día, mirando hacia el jardín, la mujer se fijó en un árbol cargadito de espléndidas manzanas que se veían tan frescas que ansiaba comerlas.
Su deseo crecía día a día y como pensaba que nunca podría comerlas, comenzó a debilitarse, a perder peso y se pusoenferma. Su marido, preocupado, decidió realizar los deseos de la mujer.
En la oscuridad de la noche el hombre cruzó la muralla y entró en el jardín de la bruja. Rápidamente cogió algunas de aquellas manzanas tan rojas y corrió a entregárselas a su esposa.
Inmediatamente la mujer empezó a comerlas y a ponerse buena. Pero su deseo aumentó, y para mantenerla satisfecha, su marido decidió volver al huerto para recoger más manzanas.
Pero cuando saltó la pared, se encontró cara a cara con la bruja. "¿Eres tu el ladrón de mis manzanas?" dijo la bruja furiosa. Temblando de miedo, el hombre explicó a la bruja que tuvo que hacerlo para salvar la vida a su esposa.
Entonces la bruja dijo, "Si es verdad lo que me has dicho, permitiré que recojas cuantas manzanas quieras, pero a cambio me tienes que dar el hijo que tu esposa va a tener. Yo seré su madre."
El hombre estaba tan aterrorizado que aceptó. Cuando su esposa dio a luz una pequeña niña, la bruja vino a su casa y se la llevó. Era hermosa y se llamaba Rapunzel.
Cuando cumplió doce años, la bruja la encerró en una torre en medio de un cerrado bosque. La torre no tenía escaleras ni puertas, sólo una pequeña ventana en lo alto. Cada vez que la bruja quería subir a lo alto de la torre, se paraba bajo la ventana y gritaba: "¡Rapunzel, Rapunzel, lanza tu trenza!
Rapunzel tenía un abundante cabello largo, dorado como el sol. Siempre que escuchaba el llamado de la bruja se soltaba el cabello, lo ataba en trenzas y lo dejaba caer al suelo.
Entonces la bruja trepaba por la trenza y se subía hasta la ventana. Un día un príncipe, que cabalgaba por el bosque, pasó por la torre y escuchó una canción tan gloriosa que se acercó para escuchar. Quien cantaba era Rapunzel. Atraído por tan melodiosa voz, el príncipe buscó entrar en la torre pero todo fue en vano.
Sin embargo, la canción le había llegado tan profundo al corazón, que lo hizo regresar al bosque todos los días para escucharla. Uno de esos días, vio a la bruja acercarse a los pies de la torre.
El príncipe se escondió detrás de un árbol para observar y la escuchó decir: "!Rapunzel! ¡Rapunzel!, ¡lanza tu trenza!" Rapunzel dejó caer su larga trenza y la bruja trepó hasta la ventana. Así, el príncipe supo como podría subir a la torre.
Al día siguiente al oscurecer, fue a la torre y llamó: "¡Rapunzel!, ¡Rapunzel!, "¡lanza tu trenza!" El cabello de Rapunzel cayó de inmediato y el príncipe subió. Al principio Rapunzel se asustó, pero el príncipe le dijo gentilmente que la había escuchado cantar y que su dulce melodía le había robado el corazón.
Entonces Rapunzel olvidó su temor. El príncipe le preguntó si le gustaría ser su esposa a lo cual accedió de inmediato y sin pensarlo mucho porque estaba enamorada del príncipe y porque estaba deseosa de salir del dominio de esa mala bruja que la tenía presa en aquel tenebroso castillo.
El príncipe la venía a visitar todas las noches y la bruja, que venía sólo durante el día, no sabía nada. Hasta que un día, cuando la bruja bajaba por la trenza oyó a Rapunzel decir que ella pesaba más que el príncipe.
La bruja reaccionó gritando: "Así que ¿has estado engañándome?" Furiosa, la bruja decidió cortar todo el cabello de Rapunzel, abandonándola en un lugar lejano para que viviera en soledad. Al volver a la torre, la bruja se escondió detrás de un árbol hasta que vio llegar al príncipe y llamar a Rapunzel.
Entonces enfurecida, la bruja salió del escondite y le dijo: "Has perdido a Rapunzel para siempre. Jamás volverás a verla". Por lo que el príncipe se quedó desolado. Además, la bruja le aplicó un hechizo dejando ciego al príncipe.
Incapacitado de volver a su castillo, el príncipe acabó viviendo durante muchos años en el bosque hasta que un día, por casualidad, llegó al solitario lugar donde vivía Rapunzel.
Al escuchar la melodiosa voz, se dirigió hacia ella. Cuando estaba cerca, Rapunzel lo reconoció. Al verlo se volvió loca de alegría, pero se puso triste cuando se dio cuenta de su ceguera.
Lo abrazó tiernamente y lloró. Sus lágrimas cayeron sobre los ojos del príncipe ciego y de inmediato los ojos de él se llenaron de luz y pudo volver a ver como antes. Entonces, felices por estar reunido con su amor, los dos se casaron y vivieron muy felices.
FIN
El soldadito de plomo.
Jorgito obtuvo buenas calificaciones escolares y recibió como premio una caja de juguetes con trenes, un arlequín, una bailarina y soldaditos de plomo.
Con tristeza, Jorgito se dio cuenta que a uno de sus soldados le faltaba una pierna, pero lo quiso más porque ello indicaba que la había perdido heroicamente en una batalla. Un día por la noche y cuando todos dormían, sonó el clarín de los juguetes y uno por uno empezaron a cobrar vida. El soldadito de plomo quiso estar más cerca de la muñeca bailarina que no paraba de sonreírle, pero el malvado arlequín negro se interpuso entre ellos tratando de evitar su cercanía. Y fue tanto su rencor que al abrir la ventana logró que un fuerte viento lanzara por los aires al soldadito que apenas podía mantenerse de pie con una sola pierna.
La bailarina sollozó y el arlequín se burló al ver que el soldadito caía en una charca y que un vagabundo lo alejaba en un endeble barco de papel. Pero, lejos de sentirse vencido, el valiente soldadito de plomo al percibir el llanto de su amada se armó de valor y blandiendo su espada, decidió enfrentar al malvado arlequín y a los que no querían verlos juntos.
El barquito de papel tomó el curso de una alcantarilla y en medio de la oscuridad, el soldadito pudo presentir la presencia del enemigo. Esta vez era una inmensa y voraz rata que trató de atacarlo, pero gracias a la hábil maniobra de nuestro héroe pudo alejarse de la orilla, al tiempo que el hambriento roedor le gritaba:
“¡Maldito soldado de plomo!, pero si yo no he podido acabar contigo, más allá te llevarás una amarga sorpresa. ¡De esta no sales vivo, soldadito mutilado, ja, ja, ja, ja...!”
No le hizo caso y siguió navegando en busca de su amada muñeca bailarina.
Pero la amenaza del roedor se hizo realidad: el barquito se dejó llevar por la corriente que anunciaba la presencia de un río. El barco naufragó, el soldadito se hundió muy profundo y allí un salmón se lo trago apuradamente. Ya dentro, una especie de sismo lo lanzó contra el espinazo del pez y quedó desmayado.
Al despertar no podía creerlo: estaba en casa de Jorgito, donde llegó el salmón que había sido pescado por el padre para cenar. El soldadito corrió en busca de su amada. Se abrazaron felices e iban a casarse, pero el malvado arlequín atropelló al soldadito, enviándolo a las brasas de la chimenea. Sin pensarlo dos veces, la bella bailarina fue tras él y algo maravilloso ocurrió. El cielo los llamó y juntos se elevaron para ser felices durante toda su vida.
Fin
Esta antigua historia comienza con la muerte del molinero, un viejo hombre que vivía con sus tres hijos, entre los cuales repartió su humilde herencia. Para el mayor de los hermanos decidió dejar el molino, al mediano el burro y para el pequeño el gatoque tanta compañía había hecho a la familia.
No es que fuese una gran herencia, pero los hermanos parecían estar de acuerdo, salvo el más joven, que se sentía tan decepcionado, pues cómo iba él a ganarse la vida con un gato que ni siquiera podía comerse. Pero ojo, los gatos son animales astutos e inteligentes, y este hasta hablaba, y al ver a su dueño sumido en tal desgracia se puso manos a la obra. Lo primero que hizo fue pedir a su amo que confiara en él, y este se dejó guiar por el animal, sin mucha esperanza, pues no le quedaba otra; qué podría esperar de un pobre felino como este, se preguntaba.
Después, el minino le pidió dinero, y le dio lo poco que le quedaba; y al rato apareció el gato muy bien vestido, con unas buenas botas e incluso con un gorro a medida, y qué bien se le veía, todo un caballero parecía, pero su dueño estaba enfadado, ya que todo su dinero se había gastado. El gato con gran convicción le respondió que no temiera, que sería una buena inversión; el dueño se calló y asintió con resignación, mientras veía al gato marchar, de caza o a pescar. Y es que buena fama de cazadores tienen los felinos, o al menos los de antaño, y este gatito no sería menos. Se presentó a las puertas del palacio, y cada pieza que cazó al rey se la ofreció, dos conejos, tres liebres para su majestad, en el nombre de su dueño “el Marqués de Carabás”.
Otro día, el gato muy avispado, a la calle salió con su amo, sabiendo que el rey con su hija iría a pasear, y aprovechando la ocasión para fingir que su amo se está ahogando y que unos ladrones le habían robado el traje y también el carruaje. Rápidamente su majestad manda que le atiendan y le vistan con ricos ropajes, y además se empeña en llevarlos hasta sus aposentos. El joven ya no sabía qué hacer, pero el gato recordó que no muy lejos se encontraban las tierras y posesiones de un ogro muy temido en el lugar. Entonces el gato se dirigió hacia el castillo y consiguió, con astucia e ingenio vencer al fuerte ogro y liberar a la población de su opresión.
Y así fue como se apoderaron del castillo y el hijo del molinero consiguió hacerse con el corazón de la princesa, con la que se casó. El más pequeño de los hermanos aprendió a no menospreciar las capacidades, y es que el gato le había enseñado una lección, que era más importante el ingenio y la creatividad que el dinero y el valor material.
FIN
La bella durmiente.
Hace muchísimo tiempo había una joven buena y hermosa, a quien las gentes del lugar la llamaban Bella. Llamarla así no era sino una expresión de admiración por la perfección física y espiritual de la muchacha.
El padre de la joven, un acaudalado comerciante, cayó, de la noche a la mañana,en la miseria más triste. Así que padre e hija, habituados a la comodidad que acarrean las riquezas, vieron con desengaño, cómo sus amigos de los buenos tiempos ahora se iban alejando.
Pero padre e hija, como buenos cristianos, aceptaron con ejemplar resignación los designios de su Dios. Oraban: “Dios nos dio riquezas y él nos la ha quitado. Él sabrá por qué nos la ha arrebatado”.
Un día en que el padre hacía un viaje, se perdió en el bosque que debía atravesar. Y, comprendiendo que su situación era peligrosa, se encomendó a su Dios y, éste, escuchando sus anhelos, le hizo divisar muy pronto un palacio cercado por una reja. Así que se acercó a él para refugiarse, al no haber otra opción.
Llamó a la puerta y, como nadie contestó, entró en el palacio, recorrió todos los ambientes lujosos, hasta llegar a una espléndida mesa que estaba servida y comió cuanto pudo. Cuando sació su hambre, eligió un amplio y mullido lecho y se echó a dormir.
Al día siguiente, al continuar el recorrido por el regio palacio, halló en el caballerizo un caballo perfectamente preparado. Montó en él y, abandonando la señorial mansión, se alejó tranquilamente.
Apenas hubo avanzado un trecho, se encontró con un hermosísimo jardín, poblado de exóticas y aromáticas flores. No pudiendo resistir la tentación de recoger, se apeó del caballo y arrancó una linda flor para llevársela a la Bella, su hija. Apenas arrancó la flor, el suelo comenzó a temblar yapareció una bestia horripilante, diciendo:
- ¡Insensato! ¡Yo te proporciono el deleite de ver y palpar estas flores, y tú me las robas! Morirás al punto, desdichado. ¡Encomienda tu alma a Dios!
El hombre repuso:
- Dueño de estos dominios: jamás creí hacer daño al coger una hermosa flor para llevarla a mi desolada hija.
El interlocutor contestó encolerizado:
- ¡Yo soy la Bestia! Pero ya que tienes una hija, si ella quiere morir en tu lugar, alégrate; pues a fe de Bestia, estarás sano y salvo.
Bella, la hermosa hija del atribulado comerciante, advertida por un hada buena, acudió al palacio y, a pesar de las súplicas de su padre, insistió quedarse en él.
Pero, la Bestia, lejos de hacer pedazos a la joven dama, lo miró con bondad. De modo que todo el palacio lo dispuso para ella. Solo la eventual presencia del monstruo turbaba su sosiego. Así, la primera vez que la Bestia entró a sus habitaciones, creyó morir de terror. Más, con el tiempo, fue acostumbrándose a su desagradable compañía.
La Bestia, por su parte, no desperdiciaba oportunidad alguna para solicitarla como esposa; pero ella, aterrorizada y llena de náuseas, le volvía la espaldas y no contestaba nada. Sin embargo, como fueron tan insistentes los requerimientos del monstruo que, mujer y débil al fin, considerando sus bondades, terminó aceptando la propuesta.
De inmediato sucedió un milagro. Apenas dio la Bella su aceptación, la Bestia se transformó en un apuesto príncipe. Y éste exclamó completamente arrobado:
- ¡Bella, mi hermosa Bella! Yo era un príncipe condenado a vivir bajo la apariencia de un monstruo, hasta que una joven hermosa consintiese en ser mi esposa, no importarle mi fealdad. Ahora que esto ha sucedido, pongo a tus pies, a la par de mi profundo amor, mis riquezas y blasones.
En ese momento, la Bella le dio su mano y lo hizo ponerse de pie. Y mirándose cariñosamente, ambos se estrecharon en un largo y fuerte abrazo. Y, como es de suponer, se casaron y fueron muy felices.
FIN
Ricitos de oro
Ricitos de oro
En una preciosa casita, en el medio de un bosque florido, vivían 3 ositos. El papá, la mamá, y el pequeño osito. Un día, tras hacer todas las camas, limpiar la casa, y hacer la sopa para la cena, los tres ositos fueron a pasear por el bosque.
Mientras los ositos estaban caminando por el bosque, apareció una niña llamada Ricitos de Oro que, al ver tan linda casita, se acercó y se asomó a la ventana.
Todo parecía muy ordenado y coqueto dentro de la casa. Entonces, olvidándose de la buena educación que su madre le había dado, la niña decidió entrar en la casa de los tres ositos.
Al ver la casita tan bien recogida y limpia, Ricitos de Oro curioseó todo lo que pudo. Pero al cabo de un rato sintió hambregracias al olor muy sabroso que venía de la sopa puesta en la mesa.
Se acercó a la mesa y vio que había 3 tazones. Un pequeño, otro más grande, y otro más y más grande todavía. Y otra vez, sin hacer caso a la educación que le habían dado sus padres, la niña se lanzó a probar la sopa.
Comenzó por el tazón más grande, pero al probarlo, la sopa estaba demasiado caliente. Entonces pasó al mediano y le pareció que la sopa estaba demasiado fría. Pasó a probar el tazón más pequeño y lasopa estaba como a ella le gustaba. Y la tomó toda, todita.
Cuando acabó la sopa, Ricitos de Oro se subió a la silla más grande pero estaba demasiado dura para ella. Pasó a la silla mediana y le pareció demasiado blanda. Y se decidió por sentarse en la silla más pequeña que le resultó comodísima.
Pero la sillita no estaba acostumbrada a llevar tanto peso y poco a poco el asiento fue cediendo y se rompió. Ricitos de Oro decidió entonces subir a la habitación y probar las camas.
Probó la cama grande pero era muy alta. La cama mediana estaba muy baja y por fin probó lacama pequeña que era tan mullidita y cómoda que se quedó totalmente dormida.
Mientras Ricitos de Oro dormía profundamente, llegaron los 3 ositos a la casa y nada más entrar el oso grande vio cómo su cuchara estaba dentro del tazón y dijo con su gran voz:
-¡Alguien ha probado mi sopa!
Y mamá oso también vio su cuchara dentro del tazón y dijo:
-¡Alguien ha probado también mi sopa!
Y el osito pequeño dijo con voz apesadumbrada:
-¡Alguien se ha tomado mi sopa y se la ha comido toda entera!
Después pasaron al salón y dijo papá oso:
-¡Alguien se ha sentado en mi silla!
Y mamá oso dijo:
-¡Alguien se ha sentado también en mi silla!
Y el pequeño osito dijo con su voz aflautada:
-¡Alguien se ha sentado en mi sillita y además me la ha roto!
Al ver que allí no había nadie, subieron a la habitación para ver si el ladrón de su comida se encontraba todavía en el interior de la casa. Al entrar en la habitación, papá oso dijo:
-¡Alguien se ha acostado en mi cama!
Y mamá oso exclamó:
-¡Alguien se ha acostado en mi cama también!
Y el osito pequeño dijo:
-¡Alguien se ha acostado en mí camita...y todavía sigue durmiendo!
Ricitos de Oro, mientras dormía creía que la voz fuerte que había escuchado y que era papá oso, había sido un trueno, y que la voz de mamá oso había sido una voz que la hablaba en sueñospero la voz aflautada del osito la despertó.
De un salto se sentó en la cama mientras los osos la observaban, y saltó hacia el otro lado saliendo por la ventana corriendo sin parar un solo instante, tanto, tanto que no daban con los pies en el suelo.
Desde ese momento, Ricitos de Oro nunca volvió a entrar en casa de nadie ajeno sin pedir permiso primero. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN
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